La disposición de unos volúmenes cúbicos de textura blanca flanqueados por unos olivares, dan a esta casa una connotación más de agrupación que de residencia palaciega. Vemos como se asimila perfectamente esta idea de poblado mediterráneo como colofón de la línea pirenaica. Un pabellón con una gran puerta indica el garaje y, a continuación, una escalera que desciende en ángulo llegando a un portal con un jardín cerrado y geométrico. El acceso divide la zona de estar del resto de la vivienda, quedando el comedor y la cocina dispuestos en una misma línea, mientras que toda la zona de dormitorios se encuentra en otro pabellón más bajo. Desde el comedor, una escalera de madera conduce a la zona reservada de los padres con un estudio, un dormitorio y un baño. Un patio cerrado con un olivar queda situado detrás de la cocina, creando un vacío que clarifica aún más los desniveles y la volumetría de la casa.